No
tengo datos fiables, ni tampoco sé de dónde sacarlos. Por eso digo
que supongo, sólo lo supongo, que la mayor bolsa de fieles de la
Iglesia Católica está en la llamada América Latina. Sería
interesante averiguar la evolución de este dato en los últimos
tiempos.
Supongo
también que la aparición de los Huevones (HUgo-EVO-NEStor) hizo
descender considerablemente el número de creyentes en el ámbito en
que son escuchados. Y el anterior papa, Benedicto XVI debió sentirse
impotente ante el reto de frenar la sangría. Contra el populismo hay
que andar con pies de plomo. Quizá Juan Pablo II, que era un líder
de multitudes, sí que pudo ser un enemigo de cuidado para esos. El
estilo de Ratzinger, más dado a la intelectualidad, resulta ineficaz
en estos casos. Su delicada salud propia de su edad avanzada pudo ser
un pretexto para dar paso a otro tipo de papa. Todo parece indicar
que el nuevo, Francisco, es del estilo de Perón.
Se
trataría en este caso de combatir al populismo con sus mismas armas.
El Vaticano ha conseguido, por lo pronto, preocupar a Cristina
Fernández, la viuda de Néstor Kirchner, que desde el primer momento
ha intentado por todos los medios de desacreditar a su compatriota,
tarea en la que sigue.
Se
decía al principio que Bergoglio tendría que desactivar a la Curia,
o que ésta lo miraría con preocupación, y hasta que los modos con
los que se desenvolvía chocarían en aquel ambiente. Sin embargo,
puede ocurrir al contrario, o sea, que todo esté pactado ya y que la
Curia observe con esperanza todas estas novedades.
Falta
ver si los Huevones o sus sucesores y acompañantes logran
contrarrestar el efecto Bergoglio, o si éste logra emular a Wojtyla,
que derribó el muro de Berlín.
Lo
cierto es que Bergoglio parece mucho más inteligente y culto que
Rafael Correa, Nicolás Maduro, Cristina Fernández y Evo Morales.
Pero no sólo ha luchar con esos, sino también con las tendencias
actuales.
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