sábado, 10 de mayo de 2014

Una trampa infernal

Al despertar de una inusual siesta he tenido la misma sensación que muchos años atrás, cuando las hacía con más frecuencia; incluso, todavía medio dormido, he creído que estaba en aquel sitio que hace años que no piso, y todo eso me ha producido una grata sensación.
Pero luego he visto la factura electrónica de la luz y ya he vuelto a la realidad. En aquellos tiempos, bastaba con no encender la luz para ahorrar en el recibo. La gente, en invierno, se sentaba alrededor de la chimenea para charlar. El mismo fuego de los leños, que generalmente procedían del monte, servía para iluminar lo suficiente la estancia y permitir la charla.
En la actualidad, nada de eso es posible ya. La factura de la luz se compone de una parte fija, desconsideradamente alta, y de otra parte que fluctúa en función del consumo y a lo anterior hay que añadir los impuestos, abusivamente altos.
Y mientras los pobres han de hacer frente a las considerables facturas de la electricidad, un inusitadamente alto número de ex políticos de distintos partidos se aburre en las reuniones de los consejos de administración de las empresas eléctricas. El aburrimiento no les impide ir, porque se lo pagan bien. Los políticos en activo también sueñan con aburrirse en esos consejos de administración.
Pero la mala noticia de la citada factura ha sido compensada con la del amigo que está leyendo con buenos ojos el libro que he escrito al alimón con Rafa Marí, y en el que han intervenido 27 personajes. No está en las librerías. Hay que encargarlo. La editorial es Araña.
A mi amigo, concretamente, le ha gustado el pasaje en el que aparece  Adolfo Suárez. Tras su muerte, no se había dicho todo sobre él. Y sigue sin decirse.
Y tras el paréntesis dedicado al auténtico artífice de la Transición, toca volver a la luz, esa trampa diabólica para gran parte de la población. Como este verano que ya está próximo sea tan caluroso como otros recientes, serán muchos los que lo pasen mal, muy mal. España se está convirtiendo en un país inhabitable para los pobres.

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