domingo, 14 de noviembre de 2010

Meditación sobre la vida

Supongamos dos personas, Ignacio H. y Pedro R. Durante los años de su plenitud, y por los acostumbrados motivos por los que la gente, o parte de la gente, para hablar con mayor exactitud, hace estas cosas, el primero de ellos trata de perjudicar en lo posible al segundo. Imaginemos también, aunque lo mismo da una cosa que otra, que el segundo de ellos, en lugar de corresponder con la misma medida, se limita a resistir como puede. Hasta aquí la primera parte de la historia.
La segunda parte de la historia consiste en seguir utilizando la imaginación. Pongamos que ambos, Ignacio H. y Pedro R. logran llegar a la edad de 115 años, y se tienen a mano uno al otro. No cuesta mucho llegar a la conclusión de que Ignacio H., la mayor parte de las veces, tendrá más deseos de charlar con Pedro R. que con sus nietos, bisnietos y tataranietos, puesto que sólo con él podrá compartir vivencias de los tiempos pasados. Hay que convenir también en que recordar no es malo, lo enfermizo es que la nostalgia se adueñe de uno. Pero mientras los recuerdos se puedan traer o guardar a voluntad, suelen resultar beneficiosos.
Quizá, llegados al citado punto, Ignacio R. rememore su antigua actitud hacia Pedro R. y, vistas las cosas desde la distancia del tiempo transcurrido, le parezcan banales los motivos por los que intentó, y acaso consiguió, hacerle mal. Estas cosas no suelen ocurrir, porque no es habitual que dos personas que se conocen lleguen a vivir tantos años, pero la imaginación puede servir para ir más allá de las posibilidades humanas y plantearse supuestos teóricos. En este caso, Ignacio R., el malo de la historia, podría haber pensado en la posibilidad citada. Quizá le hubiera ayudado a contenerse. Para dos personas de 115 años, charlar sobre los tiempos de 80 o 90 años atrás debe de ser algo muy gratificante. Lo malo es que se haya cegado esa posibilidad en cierto momento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ignacio y Pedro habrían tenido la posibilidad de retomar los tiempos pasados de modo aparentemente curioso al extremo que puedan llegar a gustar de compartir temas de conversación a pesar de sus 115años. Ojala que haya una reconciliación real entre ambos a pesar del tiempo pasado.
Vaya ejercicio para nuestra imaginación.
AnnaTeresa