martes, 19 de marzo de 2013

Esa cualidad olvidada

Hay personas que poseen unas cualidades extraordinarias a cuyo cultivo podrían sacarles provecho, espiritual, sin duda, y a menudo también material, de forma directa o indirecta.
Sin embargo, prefieren centrarse en otras, que no poseen en tal grado sumo, porque están de moda. La inteligencia por si misma no significa mucho. Los hay que la utilizan en su propio beneficio, y a algunos no les importa hacer daño a otros, sin con ello creen que salen ganando; y también los hay que procuran beneficiar a los demás, pero no lo hacen porque sean más inteligentes, sino porque lo han decidido así voluntariamente. La voluntad de hacer el bien sí que es una cualidad interesante.
La inteligencia, además, está muy bien repartida, puesto que todo el mundo está conforme con la que tiene, e incluso los hay que alardean de ella, y hacen el ridículo.
La cualidad que está en desuso es una que en tiempos pasados sirvió a muchas personas para alcanzar metas que creían fuera de su alcance. Pasito a pasito, sin creérselo nunca, fueron haciendo camino. Es, obviamente, la humildad. Lo que está hoy más en boga es la soberbia, que quizá también abundaba antes, pero sólo unos pocos se atrevían a hacerla patente.
Hoy en día abundan esos que, en lugar de centrarse en lo que saben hacer, y hacerlo con celo, cuidado y esmero, se salen de su ámbito, derraman su “saber”, con resultados generalmente catastróficos. Son muchos los que creen tener cualidades suficientes para arreglar el mundo, para poner orden en el mundo, para especificar lo que está bien y está mal. Nos coartan la libertad de expresión, nos arrinconan, nos arruinan. Quizá los presidentes del gobierno que vamos teniendo sean buen ejemplo de algunas de estas cosas, lo digo para que nadie se sienta aludido.
Lo que produce tristeza es que gente valiosa se eche a perder por cosas de estas.

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