miércoles, 25 de mayo de 2016

Arbitrariedades

Hay personas que se creen con derecho a decidir lo que está bien, lo que está mal, lo que es grave y lo que es intrascendente. En cierto momento las catalogué como presocráticas, o sea, que vivían como si Sócrates no hubiera existido nunca.
Un filósofo de los de verdad me explicó quienes son los presocráticos. Parece que esté todo inventado en filosofía, sin embargo, cada día surgen nuevos filósofos que tratan de aclararnos las cosas, excepto los oscuros, que procuran que no los entienda nadie.
La religión compite por el mismo espacio que la filosofía, pero lo hace con ventaja, puesto que dispone de medios coercitivos y punitivos. Unos clérigos han condenado por blasfemo a recibir 800 latigazos al poeta Ashraf Fayad. Pero no son tan insensibles como pueda parecer. Se han dado cuenta de que se le puede cansar el brazo al señor que ha de dar los latigazos, por cuyo motivo han establecido que el castigo se dé en 16 tandas de 50. Es de suponer que este señor dispondrá de un masajista tras cada tanda y de un grupo de huríes que harán de animadoras, y quien sabe si de algo más, que le animarán a que no decaiga su ímpetu en ningún momento.
Pero las cosas a veces no suceden de modo totalmente satisfactorio y un grupo de literatos, entre los que están los filósofos Tomás Valladolid Bueno y Carlos Martínez Gorriarán, los poetas Antonio Gamoneda y Jaime Siles, y otros 57 más, en un acto que puede calificarse como de corporativismo, se han puesto de parte del poeta y han escrito el libro 'Palabras para Ashraf'. No comprenden que la voluntad de Alá se ha manifestado a través del veredicto de los jueces y se han unido al blasfemo. Pero ellos, no contentos con haber escrito el libro, lo han comprado.
Cuestión distinta es que el libro logre la difusión adecuada. Los designios de Alá se cumplen a través de los caminos más insospechados.

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