martes, 10 de octubre de 2017

Apuntes sobre la cartografía humana

La experiencia me demuestra que pocos son los que se han dado cuenta de que todo lo que hacemos, o dejamos de hacer, permite ir conociendo los límites del ser de cada uno.
En principio, el ser humano tiene un potencial inmenso, como han demostrado muchas personas. Lo que ha hecho uno lo puede hacer otro, no me refiero al plano físico o intelectual, sino al humano. A esa gran capacidad de sacrificio que han demostrado muchos, o a esos actos heroicos, que sabemos que se han hecho, aunque la historia sólo haya recogido unos pocos. También el ser humano, a poco que se descuide, puede comportarse con una vileza capaz de espantar al mismo satanás.
Entre medio está esa gente que ha renunciado, voluntariamente, a toda grandeza y va pasando los días mediante tácticas de disimulo con las que pretende autoconvencerse de su gran valía. Una de esas tácticas se apoya en el menosprecio. Al menospreciar a otros, se considera superior, lo cual es falso porque el menosprecio gratuito disminuye a quien se sirve de él.
Hay quien cambia de actitud, sin previo aviso ni motivo, con respecto a otro, lo cual puede deberse a varios motivos: a) ha atendido las indicaciones de una lengua venenosa, con lo cual demuestra las ganas de hacer mal; b) le corroe la envidia, que nadie reconoce tener, pero lo pone de manifiesto su deseo de hacer daño; c) no le importa cometer injusticia, porque si le importara no actuaría de ese modo; d) lo ha hecho por simple capricho. En cualquiera de los cuatro casos, quien actúa así es un pelele, puesto que no tiene consistencia moral.
Dentro de todo ser humano se lleva a cabo una lucha entre el bien y el mal. Sólo los que triunfan pueden tener criterio propio, cultivar la cordialidad, amar la justicia.
Los que fracasan, aunque sonrían de forma beatífica, siempre están deseando perjudicar a otros, aunque casi todos procuran hacerlo con el menor coste posible, es decir, de forma impune. Eso lo saben quienes han tenido que ir con una manada y no han tenido armas para defenderse. El más indefenso los ha de sufrir a todos. Si en lugar de caer en una manada hubiera ido con un grupo de personas no habría sufrido a ninguno.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que gran verdad en sus palabras, no existe peor acción que la realizada por aquellos que se sienten perdedores de algo por lo que nunca han luchado.

La manada es causa principal del mal actual de la sociedad acompañada por supuesto de la maldad intrínseca del ser humano aderezada con unas gotas de envidia, un cóctel explosivo que implosiona en el interior de aquellos que se creen fuertes y no lo son.

Gracias por su reflexión .

Un cordial saludo.

Andalindes.

Isabel Barceló Chico dijo...

Interesante reflexión, Vicente Torres. Con todo, la complejidad del ser humano es tan grande que somos capaces de lo mejor y lo peor al mismo tiempo, en mi opinión. Saludos cordiales.