martes, 21 de noviembre de 2017

Mirar por encima del hombro

Leí un artículo en el que se nota que su autor mira a los demás por encima del hombro. Es evidente además que lo hace por el estatus que ha alcanzado. Yo podría aducir que conocí o supe de alguien cuyo estatus todavía era más elevado, que se tenía a sí mismo como el no va más en cuanto a solvencia moral, que esta presunción era aceptada por personas muy relevantes, y que no obstante lo anterior el tal personaje no era más que un traidorzuelo de baja estofa. Hay más gente como este entre los encumbrados.
Hace poco, el autor del artículo citado al inicio concedió una entrevista, en la cual puso de manifiesto el desprecio que siente por sus seguidores, acendrado egoísmo y su gusto por la equidistancia. Nunca se debe ser equidistante, siempre hay que intentar averiguar quién tiene razón y aunque el riesgo a equivocarse siempre es grande, hay que correrlo. Es peor se equidistante que ponerse de parte de quien no tiene razón, siempre que esto último sea por error y no a conciencia. Ser equidistante es mostrar indiferencia por la justicia, es ser tan egoísta que no se desea perder a la clientela más canalla, a los amigos que están en el lado equivocado, en resumidas cuentas, ser equidistante no es éticamente recomendable.
Por si no faltara poco, está la cuestión de la edad. Es lógico que alguien se congratule por haber llegado a determinada edad, pero si alardea de ello da a entender que por el camino se le ha caído algún tornillo, quizá más de uno. Que uno haya recorrido mil países o cumplido quinientos años, o leído veinte mil libros no significa nada, lo que vale es la calidad de la mirada. Sócrates no pudo leer ningún libro, ni viajó tanto y fue uno de los más grandes sabios de la humanidad.

No hay comentarios: