Visitas sin invitación
La Isla de
Puerto Rico se reponía del azote del Huracán Irma. Su población comenzaba su rutina diaria.
Apenas habían pasado unas semanas, cuando las
autoridades de seguridad anunciaban que
los modelos meteorológicos mostraban la formación de otro fenómeno atmosférico. Éste se fue observando día a día. De repente y en conferencia de prensa a nivel
nacional, el gobierno informa que el impacto del Huracán María sería inminente
y su paso lento sería de carácter catastrófico para la Isla. El plan primordial del gobierno era salvar vidas.
Y llegó el fatídico
día. Al despuntar la mañana
del 20 de septiembre de 2017, su furia de
categoría 4, y con
vientos sostenidos de 155 millas por hora, se posó primero en las islas-municipios
de Vieques y Culebra; y luego, se desplazó sobre la Isla Grande-Puerto Rico. Dejó una devastación inimaginable. Colapsó el sistema eléctrico, de agua potable y comunicaciones. Destruyó casi todo a su paso: hogares, instalaciones comerciales, carreteras,
caminos vecinales, puentes, cosechas, y desgraciadamente,
muchas vidas. Afectó a todos por igual
sin importar condición económica. Varios días a
oscuras y sin comunicación, ¡qué horror! Después, se comenzaron a remover los árboles y postes que impedían transitar las carreteras, y por fin, tendríamos noticias de nuestros familiares y
amigos.
Se extendieron
muchas manos para ayudar: Estados Unidos, República Dominicana, Cuba, Venezuela,
Panamá, Chile, Argentina, y otros que escapan a mi memoria. Los artistas no se hicieron esperar. Estos organizaron innumerables conciertos
para recolectar fondos. A todos mil
gracias.
Dejar la Isla y
emigrar a Estados Unidos, nunca fue una opción; quedarme para aportar en lo que
fuera necesario, sí.
Ya han pasado casi
cuatro meses, falta mucho por hacer, y se necesitará continuar trabajando arduamente para que Puerto Rico vuelva
a resplandecer como antes. Apuesto a nuestra capacidad para enfrentar retos.
Mercedes Claudio
Ortiz
Puerto Rico
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